Los Olivos en 1968, cuando, todavía no era Puerto Ordaz

lunes, 31 de marzo de 2014

Del Copacabana a Los Mangos



Hay lugares que están destinados a hacer historia: en la vieja carretera que conducía de Puerto Ordaz a Los Olivos había un conocido burdel llamado Copacabana. No estaba exactamente a la orilla de la carretera, sino un poco retirado y conectado a ella por un camino de tierra. El Copacabana es una página importante en la historia de lo que en aquellos tiempos la moral tradicional llamaba "los placeres prohibidos" y es recordado por algunos como "el lugar donde se abandonó la niñez". Creo que se entiende bien el eufemismo y no voy a ahondar más en estas anécdotas.

En aquellos días la carretera era oscura, y al pasar cerca del lugar se veían las luces de colores características de los bares de ayer. El Copacabana estaba rodeado de matas de mango y cuando al pasar el tiempo cerró sus puertas y derribaron la construcción, quedaron allí los árboles que, según algunos vecinos, dieron nombre a  la que hoy se ha convertido en una de las más famosa urbanizaciones de la ciudad: Los Mangos.



Una de las travesuras de los muchachos de Los Olivos erar tirar piedras al techo del Copacabana y luego esconderse en el monte; cosa que molestó tanto a su dueño que hasta se compró un caballo para poder perseguirlos o ahuyentarlos.

En estos días de crisis, protestas y violencia, Los Mangos se ha convertido en un ejemplo de la resistencia urbana. El gobierno necesitó más de 500 soldados y 20 tanquetas para controlar a los manifestantes.  Ayer, al pasar por el lugar y ver la militarización de la zona me acordé de las anécdotas del Copacabana. Eran otros tiempos, una ciudad tranquila donde todavía no había llegado la angustia contemporánea. Hoy el viejo camino ha desaparecido y en su lugar hay grandes avenidas  y edificios como símbolo del progreso, pero en medio de ellos la presencia  militar nos demuestra hasta dónde puede llegar el absurdo humano.  



Muchos creen que Los Mangos será recordado como símbolo de la dignidad civil. De lo que no queda duda es que  el lugar  siempre ha sido famoso: ayer, por estar frecuentado por amorosas “damas de la noche”, o “Aves de Paso”, como dice la canción de Sabina, y hoy,  por  vecinos y encapuchados que se enfrentan a  militares y tanquetas; ayer,  el despecho “rockolero” rompía el silencio de la noche,  hoy,  las cacerolas, las bombas lacrimógenas y los morteros no dejan en paz a los vecinos. Para mí, indiscutiblemente, aquellos viejos y aburridos  tiempos del Copacabana eran mejores.