Los Olivos en 1968, cuando, todavía no era Puerto Ordaz

sábado, 15 de febrero de 2020

Pioneros del fútbol en Los Olivos



La historia de los Olivos está ligada a la práctica del fútbol. Antes de que asfaltaran las calles, los muchachos jugaban en ellas; después comenzaron a acondicionar terrenos vacíos donde a veces con piedras y otras con palos, se improvisaban porterías, donde se
enfrentaban  equipos formados entre los "chamos del vecindario". Hablar de pioneros o fundadores siempre es difícil porque se corre el riesgo de cometer injusticias, dejado por fuera a quienes merecen estar en primera fila, dando protagonismo a los que no tienen el mismo mérito. Pero en este caso, no se corre  ese riesgo, porque Rosario Cassiani y Tiziano Scarso son indiscutiblemente, pioneros del fútbol de los Olivos.

Cuando la urbanización comenzaba a poblarse y no existía la cancha que ahora todos disfrutan, Rosario con su hermano Franco, Tiziano y otros más, jugaban en los terrenos que todavía estaban sin urbanizar. De allí salió  el primer equipo: un equipo de fútbol de calle, que se enfrentó al Colegio Loyola en el terreno donde ahora está a “cancha de beisbol” del Colegio Yocoima; encuentro que estaba empatado antes de suspenderse por la lluvia. Después se enfrentó a sus rivales de Villa Brasil, en el terreno donde hoy está la Casa de la Cultura en frente del Supermercado, con resultado favorable de un gol a cero.  Y así, se desarrollaron estas caimaneras hasta que se organizó y celebró en primer Inter barrios en 1968,  de cual escribiremos más adelante.

Pero si hay algo que no puede discutirse a Rosario y Tiziano, y es que tienen  más de cincuenta años jugando para Los Olivos. Desde aquellas primeras caimaneras, hasta hoy ,siempre han estado ahí. Recientemente formaron parte del equipo Super Seniors que quedó Campeón.Y todos los sábados entrenan preparándose para el próximo evento.  Es posible que la imagen que acompaña estas letras no sea la mas adecuada para la exaltación deportiva, pero así están los protagonistas hoy. Y además, después de cincuenta años sacrificando el cuerpo por el deporte, el espíritu también necesita un poco de esparcimiento