Los Olivos en 1968, cuando, todavía no era Puerto Ordaz

sábado, 13 de enero de 2024

La Ética de los abogados en las letras de Fael


Es posible, que entre de los vecinos de Los Olivos que tenían “buena letra” estaba sin lugar a dudas Jesús Rafael Lezama, conocido familiarmente como “Fael” o, el señor Lezama  para las numerosas personas que lo frecuentaban. La destreza de “Fael” en lo que se refería a la caligrafía, era admirable: siendo un adolescente en Upata, rotulaba los avisos publicitarios para los cines u otros negocios de la localidad. 

Cuento entre las cosas buenas que me regaló la vida que Fael era mi suegro. Conociendo sus virtudes, cuando estuve ocupando el cargo de juez, le encargué la preparación de un aviso en forma de cuadro, para colocarlo en el Despacho del tribunal, recordando a los abogados el contenido del artículo 52 del viejo Código de Ética profesional del abogado Venezolano que dice:

“El abogado no debe apartarse, ni aun por tener comunicaciones privadas, con jueces, fiscales del Ministerio Público otros altos funcionarios, en ausencia del abogado de la parte contraria, en relación con un juicio pendiente o de un asunto que gestiones” 

El cuadro estuvo varios años en el tribunal. Cuando me fui,  lo dejé como aporte necesario para un recinto tribunalicio. Después, durante a una remodelación, fue retirado,  pero recientemente, al visitar nuevamente el lugar, observé que otra vez está allí; cosa que me alegra por lo que me recuerda y lo que significa el valor de la Ética para el ejercicio de la profesión.

Llama la atención la indiferencia de los justiciables a lo que allí se dice. Esto puede tener explicación en la afirmación del ilustre jurista español Javier Muguerza que decía irónicamente, “la Ética no es de este mundo” Este es el mundo “del ser” y la ética está en el mundo del “deber ser”; es un ideal que todavía está muy lejos de la vida real.  

En fin, allí está el cuadro de puño y letra de "Fael": ilustre vecino de Los Olivos


jueves, 4 de enero de 2024

Calles de Los Olivos (I): La Portugal

    

De ser la calle más importante en los orígenes de la urbanización, hoy está entre las menos transitadas y solitarias. A finales de los años sesenta, la calle más importante de Los Olivos era indiscutiblemente la calle Portugal, coloquialmente llamada “La Portugal”. Digo esto por varias razones: allí funcionaba el recién fundado colegio Yocoima que también servía de sede a  actividades religiosas o deportivas; estaba la Constructora Puig Hermanos C.A, -que edificó las primeras viviendas-  funcionando en el terreno donde ahora se reúne el Grupo de Scouts Kenya; estaba el recién fundado Supermercado de los señores "Mathinson" e "Ismandi"  que después fue el Santa María del señor Rogelio y ahora el Deli Market del amigo Ramiro;  inclusive,  se intentó instalar un cine al lado del supermercado.

    Después se construyó el Club de Leones y, al lado de este, un negocio que merece atención especial: la conocidísima “Arepera de Mon”  o  Lonchería Monyca. La historia de los conocidos “Mon y Carola”, forma parte de la historia de  Los Olivos.  Sin profundizar en los detalles,  se debe destacar que llegaron a vender obleas en frente del supermercado y posteriormente, gracias al producto del trabajo, instalaron  la famosa arepera, que indiscutiblemente fue uno de los negocios más prósperos de la urbanización.

    Durante mucho tiempo, los amaneceres de Mon los sábados y los domingos eran famosos, porque allí se reunían quienes buscaban el desayuno mañanero y los que querían cerrar las noches de placer, disfrutando de las mejores arepas, empanadas y pastelitos de la ciudad.  Durante mucho tiempo, Mon era referencia gastronómica en toda Ciudad Guayana y su negocio le daba ambiente especial a “la Portugal”. Después, la triste y trágica partida de Mon marcó el comienzo del declive de la calle: su familia aguantó con el negocio mientras pudo, que no era lo mismo sin el carismático personaje, hasta que llegó la pandemia que obligó a cerrar para no abrir después.

    Al lado del Supermercado está lo que queda del Kiosco de Felipe: durante muchos años, en tiempos  en que las revistas y periódicos formaban parte de la vida diaria de los vecinos, porque en ellos se enteraban  de lo que pasaba en la ciudad y en el mundo, ese lugar era de visita obligatoria. Temprano llegaban los diarios locales y al mediodía los nacionales; también vendía novelas y algunos libros  que promocionan las editoriales. Cuando todavía no había Llegado la dictadura del celular y las redes sociales, los vecinos siempre estaban pendientes ¿ya abrió Felipe? 

    Los fines de semana, entre el supermercado, Mon, los scouts  y los periódicos de Felipe, el lugar tenía mucho movimiento y alegría. Hoy, solo el Supermercado permanece abierto. Y la casa de La cultura que está en frente, de vez en cuando organiza algún evento que da cierta vida social al sector, resistiéndose a que desaparezcan, no solo los locales comerciales, sino las viejas costumbre de los vecinos.

    Así era, más o menos, la vida en “la Portugal”. Hoy, los alegres amaneceres  desaparecieron: temprano, los vecinos salen a disfrutar del sol de la mañana regando las matas, mientras ven a los loros que vienen del Parque Loefling;  o saludando ocasionalmente a los caminantes  que van presurosos a buscar trasporte por los lados del centro comercial o los que salieron a hacer ejercicio antes de que el sol apareciera por San Félix;  o sacar la basura antes de que pase “Fospuca” y que los perrunos de la calle rompan las bolsas. El tráfico es cosa del pasado; de vez en cuando el ruido de un carro rompe el silencio. A si es la vida de hoy,  en el que fue uno de los sectores más animados de la urbanización