Introducción
Hay una
frase que frecuentemente le escuchamos a los vecinos de Los Olivos: “Voy pa’
Puerto Ordaz”. Y ante esto algunos se preguntan ¿De dónde sale eso? ¿Es que
acaso Los Olivos no forma parte de Puerto Ordaz? Quienes no vivieron los orígenes
de esta populosa urbanización de Ciudad Guayana, no comprenden que esto tiene
su origen en una realidad, porque en los años sesenta cuando se construye esta
urbanización y comienza a ser habitada por los primeros vecinos, estaba alejada
de Puerto Ordaz.
El
distanciamiento que en el pasado existía entre Los Olivos y Puerto Ordaz, no
era sólo físico, también se manifestaba en la forma de vivir de sus habitantes.
La nueva urbanización no ofrecía las opciones de vida de la alejada ciudad, ni
en entretenimiento ni en abastecimiento. Era una urbanización recién
construida, casi solitaria, donde no había nada que hacer ni nada que comprar.
Esto produjo una convivencia compartida de características especiales que dejó
huella, originando una identidad que no han perdido, ni siquiera los que ya no
habitan allí.
Con
motivo de los 50 años de Ciudad Guayana, se retomó el debate sobre la identidad
de los “guayacitanos”, destacándose la tesis de que el habitante de esta ciudad
no se sienten identificado con la ella, más bien se identifica con algunos de
sus sectores: San Félix o Puerto Ordaz, y dentro de estos, La Grúa, Vista al
Sol, Unare, Los Olivos etc. Esta identidad puede ser producto de una vida
compartida y costumbres comunes, el arraigo, la vecindad o la tradición
familiar.
En el
caso específico de Los Olivos, creo que este espíritu de pertenencia, se
produce por el sentimiento de arraigo de sus primeros habitantes, las
costumbres que nacieron de una convivencia especial, y una especie de “carisma
o atractivo urbano” que hace que sus vecinos estén enamorados de su
urbanización a pesar de que últimamente la anomia y la anarquía la han
perjudicado.
Este
breve ensayo estará referido a un espacio de tiempo que va desde 1964 a 1974,
aunque necesariamente tendremos que referirnos a acontecimientos más recientes.
Escogimos este periodo de tiempo porque en 1964 comienza construirse la
urbanización y en 1974 se produce la explosión del desarrollo de Ciudad
Guayana, desapareciendo prácticamente las distancias y el estilo de vida que
marcaban las diferencias.
El ensayo
lo hemos dividido en cinco partes: La construcción de Los Olivos; El nombre de
Los Olivos; La vida de los primeros vecinos; El Grupo Escolar; la iglesia y por
último El fútbol de Los Olivos. Queremos aclarar que la pretensión del ensayo
es recoger una parte de la historia oral de una urbanización de ciudad Guayana
querida por sus vecinos y considerada por la colectividad como un sector
importante. En ningún momento se pretende establecer protagonismo o méritos
personales. Como toda obra humana de carácter colectivo, la urbanización es
producto del trabajo de mucha gente y especialmente de quienes han vivido en
ella compartiendo lo bueno y lo malo. Por eso, salvo dos o tres menciones
personales necesarias, la narración se hará en términos generales y recoge
muchas anécdotas de muchas personas que sería imposible nombrar a todas aquí.
Hace
días, dijo un viejo vecino de Los Olivos “Hay que distinguir entre los que
vinieron a vivir aquí cuando nadie quería venir, y los que vinieron después.
Porque una cosa era mudarse a Los Olivos cuando no era Puerto Ordaz y otra
mudarse a una Urbanización mas de Ciudad Guayana. De esta conversación se
extrajo el titulo del ensayo, animándonos a escribir sobre esos primeros años
que pocos conocen y que no queremos que se pierdan. Esperamos cumplir con la
tarea y dedicar este ensayo a aquel grupo de personas que en el año 1965
decidieron vivir con su familia en un alejado y solitario lugar, rodeado de
bosques y sabanas, permanentemente acompañados por el ruido de los saltos del
Caroní que también hoy ha cambiado, dejando solo en el recuerdo aquella época
en que Los Olivos no era Puerto Ordaz.
La construcción de Los
Olivos
La
urbanización Los Olivos comenzó a construirse en el año 1964. Jesús Rafael Lezama
Delgado, persona que participó activamente en su construcción, nos cuenta que
por iniciativa de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG-Regional) y el
Instituto Nacional de la Vivienda (Inavi-Nacional), se realizaron los primeros
urbanismos para el ensanchamiento de la ciudad; iniciándose entre ellos el de
la urbanización Los Olivos, cuyo nombre oficial era y es UD 231 - Urbanización
Villa Latina. De la misma fuente
obtenemos el siguiente detalle de las primeras casas que se construyeron en el
lugar:
“Por
decisión de la CVG y su proyección, y AGAP por el financiamiento a corto plazo
para construir y largo plazo para la adquisición de viviendas, se inicia la programación
del desarrollo habitacional en Puerto Ordaz. En este caso en lo que respecta
sólo a Los Olivos, la CVG selecciona en principio a la empresa constructora Puig
Hermanos, C. A., quien se inició con la Primera Etapa de la obra en las manzanas
ubicadas en la UD-231,11, 13 y 15. Las primeras dos casas muestra que se construyeron
en la manzana 11 fueron:
La
Primera (1ª.) vivienda del tipo CVG-3 con tejas, de 120 M2. Y con el número Parcelario
UD-231-11-12 (vale decir: Sector Villa Latina (ahora Los Olivos) UD-231,
manzana 11, parcela N° 12. Calle C nombre técnico por CVG, ahora Calle Portugal
designada por la municipalidad y casa N° 1558-O (ahora no existen tales nomenclatura
inicial ni numeración). Nota: La casa de muestra ésta habitada por la misma
persona que la adquirió en julio del año 1.965.
La
Segunda (2ª.) casa del tipo PH-90-T (La “T” indica con tejas), Vale decir; construida
por Puig Hermanos, C. A. y dentro del área de terreno con número parcelario
UD-231-11-11. Cruce calle Coimbra con Portugal.- Nota: También habitada por la
misma familia que la compró a crédito por la Asociación Guayanesa de Ahorro y
Préstamo AGAP en 1.965. Luego se construyeron las dos más al lado de las
primeras arriba señaladas y, subsiguientemente, las restantes 18 de tipo PH-90-T
y las dos 2 del tipo CVG-3 para un total de 20 parcelas de 324 M2., número de parcelas
y superficie que tienen todas estas manzanas.
Luego
Puig Hermanos C. A. ejecutó las obras restantes de construcción de este mismo
tipo de casas en las manzanas 13, 15 y también en la manzana 17 con casas más
pequeñas tipo PH-73 (de 73 M2. de construcción y sin tejas, no tiene la T). Luego
pasó a la segunda etapa, cuando construyó gran parte de las viviendas parecidas
a las del tipo CVG-3 pero más grandes y de 4 y 5 habitaciones y 3 ó 4 baños, de
dos techos inclinados de platabandas con tejas y un techo plano en el centro.-
Así como de otros proyectos propios de su empresa tipos G de 3 y 4 habitaciones
y 3 ó de dos plantas con iguales cantidades de baños.- (Conversaciones con
Jesús Rafael Lezama Delgado)
Así se
fundó la urbanización Los Olivos, que empezó a ser habitada por sus primeros vecinos
a finales del año 1965. Hemos copiado textualmente la información recibida
porque nos parece muy importante a los efectos de la exactitud histórica en
virtud del nivel de detalle. Pero hay un aspecto más importante, las viviendas fueron
construidas para ser vendidas a familias que querían arraigarse en la zona. Entender
esto es fundamental para la historia de la ciudad y de la urbanización. En los
años sesenta muchas personas vieron a trabajar a Puerto Ordaz, pero no todas
vinieron a vivir aquí. Los primeros habitantes de Los Olivos compraron sus casas
y se arraigaron en el lugar y esto fue un factor fundamental y punto de partida
de ese sentimiento de identidad que posteriormente surgió entre los vecinos y
la urbanización. Aquí queremos marcar una diferencia entre los conceptos de
identidad y arraigo. Arraigarse es echar raíces en un lugar establecerse para
vivir allí, la identidad es mucho más, no sólo es estar en un lugar, es formar
parte de un todo, sentirse como un pedazo de algo. Y en esto, no queda duda de
que los vecinos de Los Olivos se sienten como parte viva de la urbanización.
El nombre de Los Olivos
Ahora
bien, si en el plan de desarrollo Oficial el nombre de la urbanización era Villa
Latina, ¿Por qué se llama Los Olivos? sobre esto hay dos versiones que
trataremos de contar brevemente sin inclinarnos por ninguna de ellas. Cuentan
algunos pioneros del lugar, que cuando estaban construyendo las primeras casas,
los futuros compradores se acercaban a ver cómo iban las obras. Los domingos
eran días especiales para eso, que se convertía también en una especie de paseo
o excursión campestre. Había que salir de Puerto Ordaz por la ruta hacia Ciudad
Bolívar; y al llegar aproximadamente a donde hoy está el edificio de la CVG se
tomaba un camino de tierra a la izquierda, en dirección a las orillas del río Caroní;
al llegar frente al vivero de la CVG había un pequeño camino a la derecha que
pasaba por una quebrada y allí estaban las primeras casas. Para los niños era emocionante
y entretenido porque mientras los padres revisaban las construcciones, los
muchachos perseguían lagartos o tiraban piedras a los numerosos pájaros que
rondaban el lugar. En uno de estos paseos, una persona dijo que los árboles que
rodeaban las casas parecían un olivar y esto fue el motivo para que el lugar
fuera bautizado como Los Olivos.
Pero hay
otra versión que también nos cuenta Jesús Rafael Lezama Delgado, el nos dice que
“había un embarcadero a orillas del río Caroní que hacia transporte ligero y
fluvial de trabajadores en lanchas pequeñas (motor fuera de borda), hasta las
obras de la represa de Macagua I. Era la vía de transporte única y
exclusivamente para trabajadores de Puerto Ordaz y provenientes de Ciudad
Bolívar. Los de San Félix y Upata fluían por la otra margen del río. Estas
lanchas embarcaban a trabajadores de la Campenón Bernal a Macagua I, desde un
muelle provisional que denominaban “Puerto Los Olivos”. El precitado nombre del
puerto pegó muchísimo al conglomerado de gente que aquí habitaba y de Cd.
Bolívar, y que utilizaban los servicios obligados de las lanchas”. Es decir que
por la cercanía con este embarcadero, la gente comenzó a llamarle al sector Los
Olivos y posteriormente se le asigno el mismo nombre a la urbanización que se
construyó en el lugar. Son dos versiones para explicar un hecho incuestionable,
y es que por encima de los nombres oficiales, el nombre de Los Olivos se impuso
porque fue así lo decidieron los primeros habitantes de la urbanización.
La vida de los pioneros de
Los Olivos
Ahora
bien ¿Cómo era la vida de los primeros habitantes de Los Olivos? En diciembre
del año 1965 en Los Olivos vivían pocas familias que habitaban casas de la
manzana 11. Esta manzana se encuentra pasando el Colegio Yocoima, antes de llegar
al supermercado y a una conocida arepera. La soledad era una característica de
los primeros momentos: durante el día el único movimiento que se apreciaba en
el lugar era el de la constructora que hacía las casas, y que tenía su
campamento de trabajo en los terrenos donde hoy se encuentra la iglesia; las
noches no eran tan calurosas como ahora; el único bombillo que alumbrabas las
calle estaba a la altura de la casa número 19, que está enfrente de un conocido
instituto gastronómico; no había ni supermercados ni abastos, todo había que
buscarlo en Puerto Ordaz, si faltaba algo la única opción era pedírselo a un
vecino.
El
entretenimiento estaba reducido a la radio o la lectura, los días de semana y los
domingos a pasear por Puerto Ordaz o ir al río. La gente de Los Olivos siempre tuvo
una relación importante con el río. A lo largo de la rivera del Caroní, desde el
desaparecido sector de Los Pedregales (a la altura del Club Portugués) y hasta la
toma de agua del Inos había numerosos lugares para el picnic dominguero o la pesca.
Los más importantes eran el balneario de Toro Muerto y la isla que estaba enfrente,
o El Silencio. No era una vida rural porque la urbanización y las costumbres no
lo eran, pero tampoco era un ambiente citadino, porque faltaban muchos
elementos que caracterizan la vida de la ciudad. Hay que recordar que en
aquella época no había televisión. Una de las costumbres que quedó arraigada
desde aquellos tiempos fue “hacer porche” por las noches. Esto consistía en sentarse
en el porche de las casas al caer la tarde y conversar con familiares o
vecinos. También se acostumbra a interpretar rudimentariamente melodías que
alegraban el ambiente. De aquellas tertulias musicales salieron conocidos
músicos de la región, entre ellos Tyrone Serrao autor de la canción Luces de
Puerto Ordaz, que habitaba en la casa número 2 de la mencionada manzana 11.
Durante
mucho tiempo las relaciones entre los vecinos de Los Olivos se rigieron solamente
por el trato directo entre conocidos; allí no se apreciaba la presencia del Estado.
No había policías ni mayores preocupaciones, la gente dejaba los carros en las
calles y los garajes los utilizaba como sitio de reuniones. Los sustos más
comunes eran producidos por animales que reclamaban los espacios robados por el
urbanismo: culebras que resbalaban en los porches de granito o las aves
nocturnas que siempre inquietaba con sus cantos y movimientos. Si a todo esto
le añadimos que el trasporte público tardó en llegar, podemos tener una idea
general del ambiente del lugar: nadie se acercaba a Los Olivos a menos que
fuera a visitar a alguien y la única forma de salir de allí era en vehículo
propio, en “cola” o caminando por un sendero que luego se trasformó en la
carretera que durante años pasó frente al Colegio Loyola.
De una
manera breve y sencilla así era la vida en Los Olivos a comienzos del año 1966,
antes del asfaltado y el alumbrado público. De las pocas familias que allí
habitaban pueden nombrarse a los: Blanco, Sadjian, Lezama, Soldevilla y Serrao.
No había mucho más en esos primeros días, luego la urbanización se pobló
rápidamente y creció.
La Escuela y la Iglesia
Entre los
sucesos más importantes de esos primeros años de Los Olivos, está la llegada de
la escuela y la iglesia. En efecto las condiciones de la nueva urbanización obligaban
a pensar en las necesidades de sus habitantes y entre ellas una de las más importantes
era lógicamente la educación. Por eso, en el año escolar 65-66 abre sus puertas
el Colegio Yocoima, primer centro educativo del lugar. Los orígenes de esta
escuela son bastante curiosos, porque una vez terminadas sus instalaciones no
tenía alumnos y los maestros se vieron obligados a ir casa por casa buscando a
los niños para que se escribieran en ella. Así comenzó este grupo escolar, con
tan pocos alumnos que, cuentan algunos estudiantes pioneros, que tuvieron que
unir a quinto y sexto grado y darles clase juntos. No obstante, y a pesar de
esas dificultades, se impartió una enseñanza de calidad pues de allí salieron
exitosos estudiantes que luego se convirtieron en destacados profesionales de
la región. En medio de este panorama, la escuela se convirtió rápidamente en
una especie de centro social de la colectividad: la fiesta de carnaval de Los
Olivos era la fiesta de la escuela, los más relevantes eventos sociales o
religiosos se realizaban allí; y algo muy importante, desde entonces es uno de
los centro de votación más numerosos y tradicionales de Ciudad Guayana.
Otro
suceso importante en los inicios de Los Olivos, que constituyó un avance hacia
la consolidación de la cultura urbana fue la llegada de la iglesia. La
Parroquia Nuestra señora de Coromoto comenzó a funcionar en los espacios del
Colegio Yocoima, en el lugar destinado a los actos culturales. Allí se
celebraba la misa los domingos y demás fiestas de precepto, especialmente las
tradicionales misas de aguinaldo. Posteriormente se construyó la capilla, que
es la misma que hoy ofrece un aspecto moderno en virtud de una reciente
remodelación. La llegada de la iglesia es importante no solo por el trabajo
realizado en la propagación de la fe y los valores del cristianismo, sino por
el registro documental que se ha realizado de los actos religiosos: bautizos,
primeras comuniones, confirmaciones, bodas, matrimonios etc. Allí se pueden
encontrar con rigurosa precisión muchos acontecimientos importantes de la vida
de los vecinos.
Hoy la
parroquia tiene unas hermosas instalaciones. Como se dijo anteriormente, la
capilla fue remodelada y dotada de aire acondicionado para mayor comodidad de
las celebraciones religiosas. El año pasado se inauguró un majestuoso
campanario, que no solo es un símbolo religioso, también se convierte en una
manifestación artística que embellece el lugar ¡Qué diferencia con aquellas
modestas misas de antaño celebradas en el Colegio Yocoima!
Pero
hablar de la iglesia de Los Olivos obliga a hablar del sacerdote Santiago Ollaquindia,
un ejemplo de vida comprometida. Afectado por una penosa enfermedad, perdió
casi todas las facultades físicas pero nunca abandonó su parroquia. Sin piernas
y casi sin vista, celebró la misa hasta el último día de su vida, un ejemplo que
no puede ser ignorado en esta breve historia.
El fútbol de Los Olivos
Si algo
caracteriza indiscutiblemente a Los Olivos, es la pasión de sus habitantes por
el fútbol. Se puede decir que su historia puede ser la historia de su fútbol,
que ha evolucionado desde el “fútbol de tierra” de muchachos que competían
contra otras urbanizaciones, hasta la construcción de la hermosa cancha que
existe hoy en día, donde funciona una escuela y sus equipos participan en casi
todos los torneos de la región.
El fútbol
comenzó a jugarse en Los Olivos en el año 1966, después del campeonato mundial
de Inglaterra, cuya final fue trasmitida por radio. Como es natural esto
despertó interés entre los jóvenes que comenzaron a organizar caimaneras en los
terrenos vacíos y luego a jugar partidos amistosos contra equipos de otras
urbanizaciones. Si la memoria no falla, el primer evento más o menos organizado
fue un intercambio con Villa Brasil, jugándose el primer partido en unos
terrenos en la urbanización Villa Antillana donde ganó el equipo de Villa
Brasil y posteriormente los muchachos de Los Olivos tomaron revancha en un
juego que se realizó en el terreno que está frente al supermercado, donde hoy
funciona la casa de la cultura Héctor Guillermo Villalobos.
Se jugaba
prácticamente sin nada. Se buscaba camisetas del mismo color, había una sola
pelota y no todos tenían botines. No había llegado el tiempo del consumismo y
la marca, a demás no todos estaba en condiciones de hacer gastos en juegos. Era
un verdadero “fútbol de calle”, organizado por los muchachos que inclusive limpiaban
los terrenos y cortaba la maleza para poder jugar. Con motivo de estas
caimaneras entre urbanizaciones, en el año 1969 se organizó un campeonato
interbarrios. Allí el equipo de Los Olivos tuvo una destacada actuación, que
años después se consolidó con la participación en el campeonato estatal, en
categorías juvenil y primera quedando subcampeones ambos equipos.
Después de
estos inicios el despegue del fútbol de Los Olivos alcanzó otras dimensiones. Algunos
jugadores fueron estrellas de equipos profesionales e inclusive de la selección
nacional, consolidándose así una importante cantera de jugadores. Muestra
palpable de esta pasión por el fútbol lo constituye la atención que se le ha
prestado a sus canchas. La primera cancha importante estuvo en los terrenos donde
hoy está el centro comercial Los Olivos y El conjunto residencial del mismo nombre
(enfrente de la Iglesia); Allí se jugó el campeonato interbarrios a que hicimos
referencia anteriormente. Después, en virtud de que este terreno no estaba destinado
a la recreación y el deporte, la cancha se trasladó al lugar donde está actualmente.
Era un terreno arenoso que poco a poco fue acondicionándose hasta que se
Constituye la Asociación Civil, que realizó un inmenso esfuerzo económico y
construyó la hermosa cancha que hoy es un verdadero ícono de la urbanización.
El fervor
religioso y la pasión por el fútbol pueden apreciarse tanto en la iglesia como
en la cancha de fútbol; son construcciones que evidencian como han crecido en
la comunidad aquellas prácticas incipientes de los primeros días. Estamos
seguros de la propuesta de este ensayo no será compartida por todos, pero no
dudamos en afirmar que en torno a los hechos que hemos narrado se centra ese
sentimiento de identidad que tienen los habitantes de Los Olivos y que para
terminar sintetizamos de la manera siguiente: Al principio Los Olivos no era
Puerto Ordaz, tenía problemas distintos y modos de vida distintos; la soledad
sembró un espíritu de convivencia y de cercanía que no tenia los habitantes de
Puerto Ordaz; Surgieron costumbres y pasiones comunes que todavía hoy se
manifiesta, y hacen que a pesar de todo, y del palpable deterioro del lugar
muchas personas sigan viviendo allí.
A modo de conclusión
Como se
dijo al principio, la intención de este ensayo es destacar como era Los Olivos
cuando estaban lejos de Puerto Ordaz, y con base a eso, plantear la tesis de que
la manera como se desarrolló su historia explica el porqué muchas personas que
han habitado en esta urbanización, se siente más identificado con ella que con la
ciudad. Hemos combinado la descripción con la narración para tomar hechos de
estos 46 años de existencia que tiene la urbanización, dejando a criterio del
lector la interpretación definitiva de sus consecuencias. No obstante
terminamos con una reflexión:
Cuando
Los Olivos no era Puerto Ordaz, era una hermosa urbanización de casas iguales y
amplias calles sembradas de árboles. Hoy la irracionalidad urbanística está acabando
con aquella imagen, porque por todos lados parecen las construcciones anárquicas.
Cuando
Los Olivos no era Puerto Ordaz las relaciones vecinales eran amigables y
armoniosas. La solidaridad estaba por encima de cualquier cosa, si alguien
tenía un problema sobraban manos para ayudarlo. Hoy esto se observa entre los
viejos vecinos, los nuevos se comportan de acuerdo con el estrés y el
individualísimo del hombre moderno.
Cuando
Los Olivos no era Puerto Ordaz, tenía una pequeña escuela casi familiar, una
iglesia sin capilla y unos equipos de fútbol que no tenían cancha. Pero en medio
de todo esto había un gran espíritu que construyó todo lo que vino después; un
sentimiento que hace que todos los años en el mes de diciembre todos regresen a
Los Olivos, a compartir con sus amigos y familiares los recuerdos de unos
momentos especiales de su vida: La vida en Los Olivos.
Así son
los verdaderos y auténticos “Olivos”, como su gente: la pionera, y la que llegó
para quedarse. Por eso, después de escribir todas estas cosas, nos quedamos con
la idea de que viendo el desarrollo de la vida de Ciudad Guayana en la
actualidad, es posible que los “verdaderos Olivos” todavía no sea Puerto Ordaz