Comenzamos este blog con la intención de llevar a los espacios globalizados la historia de nuestra urbanización, que al mismo tiempo
es la historia de nuestra vida. Una historia que tiene muchos recuerdos, muchas
alegrías y muchas tristezas; es la historia de un grupo de gente que decidió
vivir en espacio territorial compartiendo todo lo que la vida ofrece. Es un
espacio que está a la orden de todos los
que quieran aportar algo a la
construcción de la “memoria oliveña”.
Es muy difícil contar historias en abstracto sin referirse a
personas concretas, por eso hemos dedicado esta sección para hablar de los personajes
y sus anécdotas. Y quiero comenzar recordando a un amigo que nos dejó físicamente
el pasado mes de diciembre: Carlos Cedeño, o mejor dicho, “Carlitos”, que después de compartir con todos sus amigos
las típicas celebraciones navideñas en la cancha de futbol, tomó el rumbo que el destino, más tarde o más
temprano nos tiene reservado a todos.
Carlitos fue uno de los pioneros de segunda generación de
Los Olivos; esta categoría es una creación personal: considero pioneros de
primera generación a nuestros padres que tuvieron la genial idea de mudarse a
Los olivos cuando nadie quería vivir aquí; nosotros sus hijos, que más que
acompañarlos tuvimos que venir obligados
a vivir nuestra infancia en aquellas soledades que después aprendimos a
querer, somos –según mi opinión- los de la segunda generación.
Carlitos fue un
protagonista indiscutible de la historia de los Olivos, yo no soy el más indicado para describirla en
detalle, solo voy a recordar una anécdota de algo que en el pasado no unió de
manera importante.
Carlitos formo parte del inicio del futbol en los Olivos. Cuando
se disputaba el famoso e histórico interbarrios del año 1969, era defensa indiscutible
del equipo. En uno de los juegos del
certamen, yo estaba en la portería cuando ante un ataque del equipo contrario, Carlitos
trato de despejar y sin querer produjo
un potente disparo contra nuestra propia puerta que, no llegue a despejar sino
que me pegó con tanta fuerza en el hombro que
el balón rebotó lejos de la portería. Esto fue recordado por mucho
tiempo, y todavía en fecha reciente uno de los amigos que formaba parte de
aquel equipo me dijo “Te acuerdas del “chute” de Carlitos". Un pequeño error que dio lugar a esta graciosa anécdota, la cual
no desmerita de las condiciones futbolísticas de Carlitos que siempre fue un
buen jugador y mejor amigo.
Hoy, Carlitos no nos acompaña, y no estará físicamente en la
celebración de los 50 años de Los Olivos,
pero su presencia espiritual siempre estará presente, al igual que la de los demás amigos que
partieron con anterioridad. Por eso, comenzamos este espacio dedicado a los personajes
de los Olivos, en memoria del amigo que siempre estará presente en la cancha de
futbol de los Olivos; allí donde se ha
escrito una historia importante de nuestra urbanización, la cual no morirá, porque
como reza el dicho, solo muere lo que se olvida.
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