Hoy
comienzo con este espacio que pretende recoger el testimonio vivo de los primeros
habitantes de Los Olivos. Mis primeros “invitados” son los que han estado más
cerca de mí, Carlos Blanco Pérez (mi padre) y Rafael Lezama (mi suegro).
Carlos Blanco Pérez
El responsable de que hoy este escribiendo estas
líneas sobre Los Olivos fue mi padre Carlos Blanco Pérez; él se entusiasmó con
la idea de vivir aquí, y a pesar de que a la familia no le hacía mucha gracia
en aquel momento separase de la ciudad,
nos trajo a la casa que hoy habito. Mi padre falleció, pero antes dejó
grabadas sus memorias, y entre ellas, está
ésta breve anécdota que voy a
reproducir textualmente,
“Nos mudamos a la casa de Los Olivos en diciembre del
año 1965 cuando estaban construyendo la urbanización. En aquel momento, Los Olivos estaba alejada de la ciudad, cerca
de la rivera del rió Caroní y rodeada
principalmente de monte. Para ir desde Puerto Ordaz a los Olivos, había que
tomar la carretera hacia ciudad Bolívar y al llegar, más o menos donde ahora
está el edifico de la C.V.G, había que doblar
a la izquierda y tomar una carretera de tierra que bajaba hacia el río
pasando frente a unos talleres de unos
alemanes; después se pasaba frente a un
botiquín llamado el Copacabana y una granja de pollos; luego a la altura de lo
que hoy es el vivero de C.V.G se doblaba
a la derecha; había que cruzar una quebrada y se entraba a Los Olivos por la calle que
está frente al colegio Yocoima, exactamente en esa esquina, empezaban las
construcciones y el movimiento de tierra del urbanismo.
Cuando nos mudamos, lo único que estaba
terminado era la manzana 11, de la calle
Portugal. Nuestra casa, la número 11 fue
una de las primeras que se construyó junto con otras tres casas modelo. Cuando
nos mudamos allí vivían pocas familias en la calle Portugal, -nuestra calle- un
español de apellido Soldevilla que había
sido plomero en la construcción de las casas; una familia andina que vivía en
la calle de de atrás y Arturito (Sadjian). El mismo día que nos mudamos
apareció la señora Vilma, que nos preguntó donde habíamos contratado al camión
que nos hizo la mudanza; creo que
después se mudó el mismo día en la noche o al día siguiente: era la familia
Serrao; en la casa de atrás se mudó un hombre que le llamaban El Coreano, Al
lado de nosotros un mes después se mudo el señor Lezama y al otro lado, como
dije antes vivía Arturito a quien yo le había calentado la cabeza para que se
mudara para allá, porque me interesaba que fuera más gente a vivir allí.
En aquella época, a finales del 65 y comienzos del
año 66 en Los Olivos no había bodegas, ni mercados, ni nada que se le pareciera;
si faltaba algo había que ir a buscarlo
a Puerto Ordaz. De las cosas que me llamaron la atención, es que allí primero
se hicieron las casas y después las
calles, por eso se puede ver que unas casas están por debajo del nivel de la
calle; y primero construyeron la escuela y después empezaron a buscar a los
niños para que estudiaran en ella. Nosotros mandamos a Silvia a estudiar allí,
porque Gustavo era pequeño todavía, y no lo mandamos a la escuela, sino que lo mandamos a un Kínder
que estaba por allí atrás de una maestra
llamada “Suplicia”
El
entretenimiento era, ir a Puerto Ordaz a dar un paseo en carro por la ciudad o
pararse en el Centro Cívico a tomar un café o dar una vuelta. En el Centro
Cívico estaba la única librería que había en la ciudad, la iglesia, el cine, la
farmacia, el club Arichuna y una cafetería. También se podía visitar la
Hermandad Gallega que estaba recién fundada en Castillito. Cuando nos
quedábamos en la casa nos sentábamos en el porche a tocar la guitarra y cantar,
allí llegaban los ingleses (Serrao) y los hijos de Lezama que cantaba y tocaban
cuatro. Tocábamos canciones de todo tipo o inventábamos otras, la que mejor puedo recordar el momento era
una que decía “Amigos de Puerto Ordaz, escuchen con atención, el conjunto Los
Olivos la nueva urbanización” (Conversación grabada con Carlos Blanco Pérez en
el año 2005)
Rafael Lezama Delgado
“Fue en fecha 19 de
Mayo de 1.965 cuando acudimos con mucho entusiasmo a la Oficina Pública del
Registro Subalterno del Municipio Caroní en San Félix, Estado Bolívar, mi señora esposa, Gisela García de Lezama y
mi persona Jesús Rafael Lezama Delgado, para firmar al fin por vez primera el
documento de adquisición de una vivienda cónsona para mudarnos a nuestro propio
hogar y convivir con nuestros cinco
hijos pequeños.
Dicha vivienda adquirida está situada en la
urbanización denominada técnica y provisionalmente como “Unidad de Desarrollo”
por el proyecto habitacional de ese entonces,
bajo responsabilidad de la
Corporación Venezolana de Guayana (CVG), y construida por la empresa
constructora Puig Hermanos, C. A., y ubicada en la calle “C” sobre la parcela
de terreno con determinación parcelaria en la Unidad de Desarrollo
N°UD-231-11-12. Actualmente su ubicación es: Urbanización Los Olivos, calle
Portugal, manzana 11 y parcela N° 12, Parroquia Universidad.
La
vivienda fue comprada aún sin estar terminada. Al concluirse la construcción,
sus detalles interiores y demás obras exteriores, e inclusive del urbanismo,
fue entonces cuando se hizo la entrega formal del inmueble. Y, llenos de mucha
alegría y felicidad, nos mudamos en fecha aproximada en los primeros días de la
2ª. semana del mes de enero de 1.966. ¡Metas cumplidas de mi vida y la de mi
esposa, para nuestros hijos!.
No
obstante, pensábamos en un problema. En muchas ocasiones, al mudarse a un nuevo
hogar, los miembros de la familia que más sufren son los niños. Mientras más
pequeños sean más les puede afectar, puesto que dejan atrás un sitio que ya
conocen para enfrentarse a lo desconocido, siendo natural que al principio
extrañen su antigua casa y les cueste conciliar el sueño. Esto no sucedió,
supimos solventar esta situación, pues todos quedaron en sus mismas escuelas en
Puerto Ordaz y en el Loyola hasta terminar el año escolar. Y posteriormente en
los Liceos de Puerto Ordaz y los que se instalaron en Los Olivos donde hay
ahora muchas Universidades.
Ahora
bien, nos encontramos con muy poca gente en este lugar. Apenas se comenzaba el
desarrollo urbanístico. No había ningún establecimiento comercial donde
adquirir ni un refresco. En la manzana 11 donde nos mudamos las tres primeras
familias: Blanco Rodríguez, Saadjian De Freitas y (la mía) Lezama García, vimos con nuestros propios ojos cómo poco a
poco durante el transcurrir de los años creció el desarrollo urbanísticos y
habitacional, una vialidad excepcional y, por supuesto, un crecimiento
demográfico, todo lo cual conforme al desarrollo industrial del hierro y del
acero, las factorías del aluminio y miles de otras actividades comerciales de
toda índole. (c.ejm.): Grandes y medianos
centros comerciales, industrias del petróleo y minerías. Clínicas
médicas, Laboratorios clínicos especializados, centros turísticos, estadios,
Bancos Comerciales; Estaciones de servicios automotriz; Concesionarias de vehículos
y un enorme Parque automotriz. Universidades y otras Instituciones y Unidades
de Educación Superior y Universitarias. Agencias de Viajes y de Turismo, y
muchas otras de relevante importancia. (Narración realizada el día Domingo 13
de mayo de 2012 Día de la madre)
Hasta aquí, esta
primera entrega de Pioneros de Los Olivos. Próximamente tendremos las versiones
de otros, animamos a todos los que formaron, y forma parte de esta historia a que
se animen a escribirnos.
Una bella historia de cómo nació la urbanización donde crecimos !
ResponderEliminarSi es Mencha lo que no estoy seguro,que sea en el mo,tocaros.
ResponderEliminaryo me acuerdo de esa carretera y cuantas vece mi mama yo yo nos fuimos a comprar huevos frescos a esa granja de pollo....gracias por compartir una historia que muchos hoy en dia no saben.Yo soy la hija del amelan del Restaurant Rincon Bavaria en la Av. Las Americas
ResponderEliminarQué bonito Carlis, nosotros vivíamos en la calle Madrid manzana 42, desde mi casa se veía clarito el edificio más alto de esa época , el de la CVG. Felicidades amigo, ya se el motivo del porque tu familia realmente ama a los Olivos, un abrazo.
ResponderEliminarExcelente historia yo llegue en 1969
ResponderEliminarTe felicito por tan hermosa iniciativa atentamente Alejandro Rodríguez de la calle vaticano allí llegue en el año 68
ResponderEliminarTe felicito por tan hermosa iniciativa atentamente Alejandro Rodríguez de la calle vaticano allí llegue en el año 68
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