Los Olivos en 1968, cuando, todavía no era Puerto Ordaz

miércoles, 28 de febrero de 2024

Calles de Los Olivos (II): historia y cotidianidad de la Carrera España

Las calles de las ciudades son mucho más que vías de comunicación; principalmente las calles tradicionales, con sus aceras y áreas verdes que se convierten en espacios públicos de compartir ciudadano. Decía el ilustre escritor ruso Nicolás Gogol, que las calles nos sirven para entender la condición humana de los habitantes de un lugar; por eso he decidido escribir sobre las calles de los Olivos, y hoy voy a dedicarme a escribir sobre la Carrera España. Esta calle, según por donde se vea, comienza en La Casa de la Cultura Leopoldo Villalobos, cerca de la Lonchería Mónica ("Mon"), y termina en el Supermercado Santo Tomé, en la avenida Atlántico; casi atraviesa todos los Olivos.  Algunos vecinos creen que es la más larga de la urbanización, otros dicen que es la calle Palermo. De lo que no puede quedar duda, es que es una de las calles que tiene más historias del pasado y más movimiento en el presente: es la calle de la vieja iglesia, del viejo Centro Comercial, del primer campo de fútbol, del "Olibonche", de la lucha por la plaza Chipía y, del centro comercial que alberga al Supermercado Santo Tomé: vamos a retroceder un momento en el tiempo.

    La calle de la vieja iglesia: la hermosa capilla de la Parroquia Nuestra señora de Coromoto es una transformación de la vieja iglesia. Hoy los espacios de la parroquia abarcan un área que va desde la Carrera España hasta la calle Madeira, teniendo como frente, a la calle Vigo y al Centro comercial. Antes no era así: la iglesia (construida a finales de los años 60) tenía su única entrada por la Carrera España, en una parcela de terreno que no iba más allá de donde ahora está el busto del sacerdote Santiago Ollaquindia, porque todavía no se había incorporado “el rancho de Dios". Era una modesta capilla pintada de azul y blanco; idéntica a la que paralelamente se construyó en Vista al Sol. Como dije anteriormente, tenía su entrada principal y única para los fieles por la carrera España: por allí llegaban las esperanzas y alegrías de los bautizos o los matrimonios y también la tristeza por los difuntos

    La calle del viejo campo de fútbol y del histórico inter-barrios: al mismo tiempo que se construía la iglesia, en frente de ella, donde ahora está el centro comercial, se construía el primer campo de futbol de la urbanización. Entre las anécdotas de la construcción se cuenta que, por travesuras juveniles, los muchachos tomaban las maderas utilizadas para la construcción de la iglesia y con ellas hacían improvisadas tribunas para los espectadores de los partidos. En ese campo de fútbol se inauguró el único campeonato inter barrios que se ha celebrado en Ciudad Guayana con la participación de los equipos de Villa Brasil, Villa Colombia, El progreso (Castillito), Centro Español de San Félix y Los Olivos, si no me falla la memoria.

    La calle del Olibonche. Otro evento que forma parte de la historia de la Carrera España (y de la urbanización) es la celebración de los carnavales a inicios de los setenta, que tenían como centro de los eventos, el famoso templete conocido como el Olibonche donde se celebraba “fastuosamente” la elección de la reina de carnaval: la tarima (que puede verse en otro artículo de este blog) estaba ubicada donde ahora se instalan las ventas de verduras, pastelitos y pescado; en diagonal a la farmacia. Aquellas noches, la gente de los Olivos y los visitantes de toda la ciudad podían disfrutar de los grupos musicales de moda como “Vallito y sus explosivos, The Others y los inevitables grupos de calipso.

    La calle del viejo centro comercial. Donde estaba  el primer campo de fútbol, se construyó el Centro Comercial de los Olivos, que en su momento de esplendor era un agradable lugar, donde funcionaba una sucursal de la Asociación Guayanesa de Ahorro y Préstamo (Agap), un laboratorio clínico, una librería, una de las mejores panaderías de la ciudad, una tienda de souvenir (El rincón de la abuela), la popular cervecería Disco Rock, y otros comercios que se me escapan de la memoria. Hoy, el centro comercial lucha para sobrevivir, con el gimnasio las licorerías y la panadería

     5ª La calle de la plaza Chipia. Tal vez uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la carrera España fue la intervención vecinal, que evitó, que en el lugar donde ahora está la Plaza Chipia, se construyeran viviendas del  Banco Obrero. Cuando los lugareños observaron al personal de la mencionada institución haciendo mediciones para el desarrollo del proyecto vecinal, se dirigieron a la Gerencia de Bienes Inmuebles de la C.V.G., logrando que se cambiara el destino que se le iba a dar al terreno, y se construyera la plaza que hoy disfrutan los oliveños y que ha sido escenario de todo tipo de eventos. Se debe destacar, que la plaza fue diseñada, construida y mantenida a través del tiempo por los vecinos, que la cuidan como uno de los mejores espacios comunes del sector. Y fueron los que escogieron como nombre el del Coronel Miguel Chipia, que luchó y falleció en la batalla de San Félix bajo las órdenes de Manuel Piar

    6ª La calle del Santo ToméDespués después de lo anterior, en la esquina con la avenida Atlántico se construyó el Centro Comercial del Santo Tomé III, disparando el impulso económico del sector. De allí en  adelante se  instalaron establecimientos comerciales de todo tipo: viveros, clínicas veterinarias, lavanderías, tascas etc. Hay que destacar que, recientemente, abrió sus puertas  el Centro gastronómico Teana de la familia Cassiani: un agradable  lugar que da valor especial a la calle.

    Desde tempranas horas de la mañana “la España” cobra vida. Quien decida caminarla en ese momento, se puede encontrar un día cualquiera, que: en la esquina de la calle Vigo, los choferes de una improvisada línea de taxis fuman mientras esperan a los pasajeros, más adelante (en frente de los chinos) unas muchachas fríen pastelitos, para atender a los hambrientos clientes que llegan a desayunar; en las escaleras del centro comercial, los contertulios de siempre, comparten un trago mañanero; en la Plaza Chipia la actividad es variada: los trotadores y caminadores le dan vueltas, los alumnos de Pilates se ejercitan bajo las órdenes de sus instructores, otros luchan con las barras paralelas y no faltan, quienes sentados en los bancos de la plaza, reflexionan sobre el sentido del amanecer, mientras que un funcionario policial, observa preocupado una motocicleta que parece tener floja la cadena. Si se continúa hasta el final de la calle y se llega al centro comercial "del Santo Tomé", se encontrará en la panadería, a un grupo de analistas económicos y políticos que comparten el primer café del día. Después, al abrir todos los comercios, la vida de la calle entrará en su dinámica rutina de cada día. 

Esto es,  más o menos, la Carrera España. Para muchos vecinos la más importante de Los Olivos.


sábado, 13 de enero de 2024

La Ética de los abogados en las letras de Fael


Es posible, que entre de los vecinos de Los Olivos que tenían “buena letra” estaba sin lugar a dudas Jesús Rafael Lezama, conocido familiarmente como “Fael” o, el señor Lezama  para las numerosas personas que lo frecuentaban. La destreza de “Fael” en lo que se refería a la caligrafía, era admirable: siendo un adolescente en Upata, rotulaba los avisos publicitarios para los cines u otros negocios de la localidad. 

Cuento entre las cosas buenas que me regaló la vida que Fael era mi suegro. Conociendo sus virtudes, cuando estuve ocupando el cargo de juez, le encargué la preparación de un aviso en forma de cuadro, para colocarlo en el Despacho del tribunal, recordando a los abogados el contenido del artículo 52 del viejo Código de Ética profesional del abogado Venezolano que dice:

“El abogado no debe apartarse, ni aun por tener comunicaciones privadas, con jueces, fiscales del Ministerio Público otros altos funcionarios, en ausencia del abogado de la parte contraria, en relación con un juicio pendiente o de un asunto que gestiones” 

El cuadro estuvo varios años en el tribunal. Cuando me fui,  lo dejé como aporte necesario para un recinto tribunalicio. Después, durante a una remodelación, fue retirado,  pero recientemente, al visitar nuevamente el lugar, observé que otra vez está allí; cosa que me alegra por lo que me recuerda y lo que significa el valor de la Ética para el ejercicio de la profesión.

Llama la atención la indiferencia de los justiciables a lo que allí se dice. Esto puede tener explicación en la afirmación del ilustre jurista español Javier Muguerza que decía irónicamente, “la Ética no es de este mundo” Este es el mundo “del ser” y la ética está en el mundo del “deber ser”; es un ideal que todavía está muy lejos de la vida real.  

En fin, allí está el cuadro de puño y letra de "Fael": ilustre vecino de Los Olivos


jueves, 4 de enero de 2024

Calles de Los Olivos (I): La Portugal

    

De ser la calle más importante en los orígenes de la urbanización, hoy está entre las menos transitadas y solitarias. A finales de los años sesenta, la calle más importante de Los Olivos era indiscutiblemente la calle Portugal, coloquialmente llamada “La Portugal”. Digo esto por varias razones: allí funcionaba el recién fundado colegio Yocoima que también servía de sede a  actividades religiosas o deportivas; estaba la Constructora Puig Hermanos C.A, -que edificó las primeras viviendas-  funcionando en el terreno donde ahora se reúne el Grupo de Scouts Kenya; estaba el recién fundado Supermercado de los señores "Mathinson" e "Ismandi"  que después fue el Santa María del señor Rogelio y ahora el Deli Market del amigo Ramiro;  inclusive,  se intentó instalar un cine al lado del supermercado.

    Después se construyó el Club de Leones y, al lado de este, un negocio que merece atención especial: la conocidísima “Arepera de Mon”  o  Lonchería Monyca. La historia de los conocidos “Mon y Carola”, forma parte de la historia de  Los Olivos.  Sin profundizar en los detalles,  se debe destacar que llegaron a vender obleas en frente del supermercado y posteriormente, gracias al producto del trabajo, instalaron  la famosa arepera, que indiscutiblemente fue uno de los negocios más prósperos de la urbanización.

    Durante mucho tiempo, los amaneceres de Mon los sábados y los domingos eran famosos, porque allí se reunían quienes buscaban el desayuno mañanero y los que querían cerrar las noches de placer, disfrutando de las mejores arepas, empanadas y pastelitos de la ciudad.  Durante mucho tiempo, Mon era referencia gastronómica en toda Ciudad Guayana y su negocio le daba ambiente especial a “la Portugal”. Después, la triste y trágica partida de Mon marcó el comienzo del declive de la calle: su familia aguantó con el negocio mientras pudo, que no era lo mismo sin el carismático personaje, hasta que llegó la pandemia que obligó a cerrar para no abrir después.

    Al lado del Supermercado está lo que queda del Kiosco de Felipe: durante muchos años, en tiempos  en que las revistas y periódicos formaban parte de la vida diaria de los vecinos, porque en ellos se enteraban  de lo que pasaba en la ciudad y en el mundo, ese lugar era de visita obligatoria. Temprano llegaban los diarios locales y al mediodía los nacionales; también vendía novelas y algunos libros  que promocionan las editoriales. Cuando todavía no había Llegado la dictadura del celular y las redes sociales, los vecinos siempre estaban pendientes ¿ya abrió Felipe? 

    Los fines de semana, entre el supermercado, Mon, los scouts  y los periódicos de Felipe, el lugar tenía mucho movimiento y alegría. Hoy, solo el Supermercado permanece abierto. Y la casa de La cultura que está en frente, de vez en cuando organiza algún evento que da cierta vida social al sector, resistiéndose a que desaparezcan, no solo los locales comerciales, sino las viejas costumbre de los vecinos.

    Así era, más o menos, la vida en “la Portugal”. Hoy, los alegres amaneceres  desaparecieron: temprano, los vecinos salen a disfrutar del sol de la mañana regando las matas, mientras ven a los loros que vienen del Parque Loefling;  o saludando ocasionalmente a los caminantes  que van presurosos a buscar trasporte por los lados del centro comercial o los que salieron a hacer ejercicio antes de que el sol apareciera por San Félix;  o sacar la basura antes de que pase “Fospuca” y que los perrunos de la calle rompan las bolsas. El tráfico es cosa del pasado; de vez en cuando el ruido de un carro rompe el silencio. A si es la vida de hoy,  en el que fue uno de los sectores más animados de la urbanización 

  


jueves, 14 de diciembre de 2023

Recuerdos del Colegio Yocoima"

Al Colegio Yocoima le han cambiado el nombre. Hay que comprender que esto toca fibras sensibles en los antiguos vecinos de Los Olivos: los que llegaron a habitar  la urbanización con su familia a principios de los años sesenta; los que vivieron momentos de su infancia en sus aulas de clase; los que asistieron allí a  misa,  participaron en los primeros eventos deportivos de la urbanización y  en la política electoral, porque cuando se funda la urbanización “El Yocoima” era el centro de todo.

La historia de Los Olivos,  durante mucho tiempo, estuvo ligada a la historia de su colegio: las casas se construyeron al mismo tiempo que las aulas y cuando llegaron los vecinos, los maestros salían a buscar a los niños para inscribirlos en el colegio, garantizándole a las familias que optaron por asentarse en aquel apartado lugar, que sus hijos tendrían acceso a la educación

En aquellos silenciosos días de los años sesenta, las instalaciones  de “El Yocoima” eran el centro de la educación, la cultura, el deporte, la política y la religión: allí - además de las clases- se celebraban las fiestas de Carnaval; misas dominicales, bautizos, primeras comuniones y, sobre todo, las recordadas misas de aguinaldo; el primer partido de fútbol que jugó el equipo de Los Olivos se realizó en terrenos del colegio; desde el primer gobierno de Rafael Caldera era Centro de Votación. En fin, la vida social “oliveña” tenía como única sede “El Yocoima”, porque todavía no se habían construido, ni iglesia, ni el campo de fútbol, ni las plazas. Por eso, sus recuerdos, son los recuerdos de mucha gente.

En los últimos tiempos, el colegio se ha deteriorado y si los cambios vienen acompañados de un beneficio para los alumnos, bienvenidos sean: siempre hay que tratar de ver el lado bueno de las cosas. Lo que pasa, es que como suele decirse ahora para exaltar los grandes afectos, “el Yocoima para Los Olivos a significado mucho más que un colegio con sus  “aulas tiza y pizarras”: es un sentimiento que no va a desaparecer con un cambio de nombre, porque está guardado en el corazón de la historia vecinal ”     


sábado, 15 de julio de 2023

La magia del Caroní y los paisajes del alma

Que ciudad Guayana está muy mal es un hecho indiscutible, pero decir que no tiene remedio es casi un pecado mortal: hay mucho pesimismo entre los especialistas, sobre la posibilidad de que se puedan recuperar las empresas básicas;  mejorar a corto plazo  el empobrecimiento general de la población por la desaceleración de la economía en todos los sentidos no es sencillo. Eso es cierto, pero hay algo que el desacierto humano  no ha podido destruir: la “potencialidad natural” de la única ciudad del país construida en medio de un parque y dos majestuosos ríos.

Entre las imágenes de la desolación que siempre recibo, me llegó la que me envió el amigo Antonio Grilli, para recordar un paseo que en compañía  de su esposa Ibelitze  hicimos hace algunos años, el día de la Virgen del Valle por aguas del Caroní. Antonio es uno de los lancheros que ha mantenido una estrecha relación con el río. Sus paseos navegando desde el  Club Italo, río arriba hasta la represa de Caruachi y los picnics o parrillas que hacía en bajos que están en medio del caudal, eran famosos entre los amigos que disfrutaron esa experiencia.

En el pasado, cuando no se había construido Macagua 2,  la gente de la ciudad y especialmente de Los Olivos, disfrutaba de las playas de Los pedregales, Toro Muerto o El silencio, y río arriba, La bahía, Mundo Nuevo, Kukenan, Los Sabanales, Caruachi y otras, porque el Caroní es un paraíso en movimiento. La construcción de la represa dejó a muchos de estos lugares bajo las aguas, quedando solo recuerdos de un hermoso pasado. Pero los orilleros y los lancheros han encontrado otros lugares.  Antonio descubrió unos “bajos” donde cómodamente se puede “acuatizar” y  disfrutar de un paisaje impresionante. 

Miguel de Unamuno escribió una serie de artículos sobre los paisajes de su tierra que fueron recopilados en un libro titulado Paisajes del alma. Y es que  según el citado filósofo “el paisaje es un estado del alma”. Trasladando esas reflexiones a la anécdota que comento, se puede decir que, sentado en el  rio que fluye hacia el Orinoco,  con la brisa que viene del Este a contracorriente, y rodeado  del  verde intenso de los bosques de la orilla “se siente un aliento de eternidad”

Según mi parecer, del mismo modo que Egipto es un milagro del Nilo, Ciudad Guayana es un milagro del Caroní y del Orinoco. Decía en escritor Pedro Berroeta que Guayana era el producto de la mano de Dios y de la mano del hombre. El problema es que últimamente la mano del hombre ha estado muy errática y es necesario que recobre el buen rumbo, porque los recursos que dio la mano de Dios siempre han estado allí.

Pero eso no se va a conseguir con gente que viven de espaldas a la naturaleza, como simples espectadores de teléfonos, “tables” o monitores, perdiendo la oportunidad que les está dando la vida, de disfrutar  la magia de su región. En mis tiempos de estudiante en  Caracas,  era costumbre de los paisanos oliveños  al regresar a Puerto Ordaz de vacaciones, ir de primera intención a  “echarse un baño espiritual en Toro Muerto” para dejar atrás las cosas negativas del mundo, como si el Caroní fuera el Ganges  de Guayana.   


  


lunes, 10 de julio de 2023

Atrapado en Disco Rock

Las anécdotas de la gente de Guayana amenizan y seducen  a todo el  que las escucha o lee, porque muchas veces es difícil saber dónde está la línea que divide la realidad de la fantasía. Las redes sociales sirven para que los cronistas populares, esos que están legitimados por la vida y no por decretos o intereses oficiales, cuenten las pequeñas historias de sus urbanizaciones. Por esa vía nos llegó una descripción detallada de los bares y discotecas que existieron en la ciudad. Inmediatamente, mis paisanos de Los Olivos levantaron la voz de protesta: ¡Esa lista no esta completa, faltó Disco rock!

Es comprensible la omisión, porque la lista no toma en consideración a la República independiente de Los Olivos. Allí, en los años 70, específicamente, en el centro comercial ubicado en frente de la Iglesia Nuestra Señora de Coromoto, había una cervecería muy frecuentada por los vecinos, llamada Disco Rock.

Me dicen las voces de la calle que: “Disco Rock operó en la parte baja del Centro Comercial Los Olivos, en la década de los 70 hasta principio de los 80 más o menos. Todas las semanas estaba el camión de la cristalería reponiendo el vidrio de la entrada, porque más que una discoteca a veces parecía un ring de boxeo. Quienes la regentaba tenían un bate escondido en la barra por si acaso. No tenían numeradas ni las mesas ni los puestos de la barra, y el primer foco de conflicto con los desconocidos se presentaba por su identificación: “barba y lentes, copete e brocha, chaqueta e mono, mal bañao, etc. Se identificaban según la apariencia del cliente y la creatividad del dependiente; hecho indiscutiblemente  revelador de la idiosincrasia oliveña, donde de entrada “encasquetaban” un apodo. 

Entre las anécdotas que se pueden recordar de lo acontecido en aquel entretenido lugar, está la de un vecino que quedó atrapado allí un fin de semana. Cuentan que una madrugada, de sábado a domingo, a la hora de cerrar, un cliente fue al baño sin avisar a los encargados que estaba allí urgido por una necesidad imperiosa, y estos cerraron el local dejando al hombre adentro. En aquellos tiempos no había celular y el bar no tenía teléfono; en consecuencia, quedó atrapado hasta el lunes a la hora en que el personal regresó al negocio.  Al llegar, oyeron con sorpresa que se oía música en el interior y al abrir se encontraron al cliente indignado, porque el descuido le privó de la libertad, obligándole a sobrevivir durante ese tiempo, consumiendo la existencia de cervezas, papas fritas, pepitos y todo lo que por allí había para calmar el hambre, teniendo como única compañía la música disco de la época.

El tiempo se llevó a Disco Rock, pero no se  llevó los recuerdos de los oliveños que siempre tienen muchas cosas que contar. Sin pretensiones de superioridad, se puede afirmar que Los Olivos es uno de los lugares que tiene más filósofos de licorería, esos que se paran enfrente de las ventas de licor  que allí abundan, para refrescarse y buscarle sentido a la vida. Cada vez que alguien llega a comprar, además de la mercancía  se lleva una frase estoica o epicureista: “todo está perdido, beber es lo único que queda” o la de un célebre personaje ya desaparecido que, cuando le preguntaban cómo estaba, con cara seria respondía: “como el guaraguao fregao pero acostumbrao” 



jueves, 24 de febrero de 2022

José Luis Blanco, un epicureista en Los Olivos.

 

El hombre no viene a este mundo a sufrir sino a ser feliz. Eso decía el ilustre Epicuro, que centraba toda su filosofía en torno al placer y la felicidad. Guardando obviamente las distancias, cuando releo algún pensamiento del famoso filósofo griego, me acuerdo de mi tío José Luis, ilustre vecino de Los Olivos que cultivó el arte de disfrutar la vida.

Muchas cosas se pueden contar de su carismática personalidad. Solo voy a citar dos o tres que me parecen las que siempre están en la memoria de su familia y amigos, y pueden servir para entender al personaje. Era un excelente anfitrión, que sabía atender y entretener a sus invitados;  buen conversador, sus tertulias siempre eran amenas. Cada vez que lo invitaban a pasar un rato disfrutando de la paradisíaca naturaleza guayanesa, cortésmente rechazaba la invitación, destacando que él era un hombre de salón, que prefería su casa o un buen restaurante antes que el campo.

En su rutina laboral, al lado del tiempo de los negocios, reservaba unos momentos para el ocio. Como decían los antiguos, la vida es negocio y ocio que son inseparables, porque dedicarse a uno solo de ellos convertiría la vida en un disparate. 

Cuando enfermó y el médico le recetó un riguroso régimen de recuperación, lo rechazó diciendo “No quiero vivir como un enfermo para morir sano”. Y así vivió hasta que le tocó adelantar el viaje que todos tenemos que hacer.

La letra de una conocida melodía dice que, “no existe una escuela que enseñe a vivir”. Es cierto, pero hay muchos ejemplos, de personas que su vida puede servir para entender lo que decía Epicuro: "el hombre no vino este mundo sufrir ni la vida es una derrota aceptada".