Los Olivos en 1968, cuando, todavía no era Puerto Ordaz

jueves, 3 de abril de 2025

La primera comunión de Rubén en el Yocoima

En el primer conversatorio realizado para organizar la forma de recoger información para escribir la historia de la Parroquia Nuestra Señora de Coromoto de Los Olivos, se acordó dividir esa historia en cinco partes o capítulos: (i) Primeras celebraciones religiosas en el colegio Yocoima; (ii) La capilla de la carrera España; (iii) Tiempos de El Rancho de Dios; (iv) Transformación de la sede actual y (v) La parroquia del siglo XXI.

Se justifica esta división por los importantes acontecimientos que se produjeron en esos momentos: En lo que llamamos la iglesia en tiempos del Yocoima, se recuerda que en los primeros días de la urbanización, en todo el terreno que ahora ocupa la iglesia, los Scouts del grupo Kenya, el local de Mon y el Club de Leones, estaba funcionando la Constructora Hermanos Puig. En aquel tiempo, para oír misa, había que ir a Puerto Ordaz, aunque dicen algunos vecinos que pudo haberse realizado algún oficio religioso en una casa del vecindario. Oficialmente, las misas en Los Olivos comenzaron en el Colegio Yocoima, en el lugar destinado a reuniones o actos culturales. Es un tiempo nostálgico, porque estamos hablando de los pioneros de la religión en la urbanización.

Posteriormente, el terreno que ocupaba la Constructora Hermanos Puig fue dividido en tres partes: hacia la calle Portugal, se dividió entre los Scouts y el Club de Leones, y hacia la calle Vigo (frente al centro comercial) para la construcción de la iglesia y otros eventos religiosos.

Inicialmente, la capilla se construye en el vértice que formaba la calle Vigo con la carrera España (donde está actualmente), idéntica a la de la parroquia Cristo Rey de Bellavista en San Félix. Más pequeña que la actual y con distribución diferente, al revés de cómo se distribuyen los espacios ahora: el altar estaba donde ahora está la entrada principal, y se accedía por el lindero de la carrera España. Todavía no se había incorporado lo que después se llamó “El Rancho de Dios”, y algunos le decían la capilla de la carrera España.

En el terreno donde ahora está el estacionamiento, quedaron unos moldes de concreto en el piso, que servían para el vaciado de placas para los techos de las viviendas. Esto fue aprovechado colocándoles un techo de zinc, para convertirse en lo que luego se llamó “El Rancho de Dios”, un espacio abierto que podía albergar a numerosos feligreses en las concurridas misas de precepto, tiempos de Navidad o Cuaresma.

Luego vino la gran transformación. Por la acción combinada de los miembros de la parroquia, se procedió a transformar la capilla, construir la casa parroquial, el salón de usos múltiples, el estacionamiento y, de manera muy especial, el campanario, que es la imagen de la parroquia en este tiempo.

Estos son los capítulos que hay que llenar con los testimonios de los protagonistas. La investigación, seguramente, va a recoger más testimonios que imágenes y por eso en ocasiones los escritos no irán ilustrados con fotografías de lo que se narra.

Quiero ocuparme de los testimonios de los inicios en el colegio Yocoima. Es difícil, porque la mayoría de los protagonistas se han ido y los que quedan a veces no tienen mucha claridad sobre los recuerdos de aquellos días. El primer aporte que recibo es de Ruben Lezama García, que recuerda sus estudios de primaria en el colegio Yocoima, las clases de catecismo y su primera comunión:

En octubre de 1966 comencé a estudiar primer grado de primaria en el colegio Yocoima; las instalaciones eran tan nuevas que todavía no le habían colocado las ventanas. Como no había muchos alumnos, tenían que unir algunos cursos; así primer año y segundo año estaban juntos. Yo estaba un poco más avanzado, porque había estudiado en clases particulares y me sabía todo lo que la maestra enseñaba a los de primer grado. Además de lo que se enseñaba normalmente en primaria, también nos daban clases de catecismo. Y así, en 1970, cuando estaba en cuarto grado, hice la primera comunión: Fue un día domingo, despues de las confesiones el sábado; me acuerdo que sin, darme cuenta, me fui a confesar con una gomera en el bolsillo. Al día siguiente hicimos la primera comunión en donde se hacen los actos culturales; el altar no lo colocaban en el escenario, sino abajo, donde se sentaban las personas en unas sillas plegables para oír la misa. Conmigo hicieron la comunión muchos amigos que seguramente pueden contar algo más, porque en todo ese tiempo, desde el 66 y hasta que se construyó la capilla, la iglesia funcionaba en el colegio”.

Esto es una primera pincelada (a título de ejemplo) para pintar un retrato que necesita muchas manos para la imagen final, y es bueno que los protagonistas envíen sus testimonios sobre la vida de nuestra parroquia.

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