De ser la calle más importante en los orígenes de la urbanización, hoy está entre las menos transitadas y solitarias. A finales de los años sesenta, la calle más importante de Los Olivos era indiscutiblemente la calle Portugal, coloquialmente llamada “La Portugal”. Digo esto por varias razones: allí funcionaba el recién fundado colegio Yocoima que también servía de sede a actividades religiosas o deportivas; estaba la Constructora Puig Hermanos C.A, -que edificó las primeras viviendas- funcionando en el terreno donde ahora se reúne el Grupo de Scouts Kenya; estaba el recién fundado Supermercado de los señores "Mathinson" e "Ismandi" que después fue el Santa María del señor Rogelio y ahora el Deli Market del amigo Ramiro; inclusive, se intentó instalar un cine al lado del supermercado.
Después se construyó el Club de Leones y, al lado de este, un negocio que merece atención especial: la conocidísima “Arepera de Mon” o Lonchería Monyca. La historia de los conocidos “Mon y Carola”, forma parte de la historia de Los Olivos. Sin profundizar en los detalles, se debe destacar que llegaron a vender obleas en frente del supermercado y posteriormente, gracias al producto del trabajo, instalaron la famosa arepera, que indiscutiblemente fue uno de los negocios más prósperos de la urbanización.
Durante mucho tiempo, los amaneceres de Mon los sábados y los domingos eran famosos, porque allí se reunían quienes buscaban el desayuno mañanero y los que querían cerrar las noches de placer, disfrutando de las mejores arepas, empanadas y pastelitos de la ciudad. Durante mucho tiempo, Mon era referencia gastronómica en toda Ciudad Guayana y su negocio le daba ambiente especial a “la Portugal”. Después, la triste y trágica partida de Mon marcó el comienzo del declive de la calle: su familia aguantó con el negocio mientras pudo, que no era lo mismo sin el carismático personaje, hasta que llegó la pandemia que obligó a cerrar para no abrir después.
Al lado del Supermercado está lo que queda del Kiosco de Felipe: durante muchos años, en tiempos en que las revistas y periódicos formaban parte de la vida diaria de los vecinos, porque en ellos se enteraban de lo que pasaba en la ciudad y en el mundo, ese lugar era de visita obligatoria. Temprano llegaban los diarios locales y al mediodía los nacionales; también vendía novelas y algunos libros que promocionan las editoriales. Cuando todavía no había Llegado la dictadura del celular y las redes sociales, los vecinos siempre estaban pendientes ¿ya abrió Felipe?
Los fines de semana, entre el supermercado, Mon, los scouts y los periódicos de Felipe, el lugar tenía mucho movimiento y alegría. Hoy, solo el Supermercado permanece abierto. Y la casa de La cultura que está en frente, de vez en cuando organiza algún evento que da cierta vida social al sector, resistiéndose a que desaparezcan, no solo los locales comerciales, sino las viejas costumbre de los vecinos.
Así era, más o menos, la vida en “la Portugal”. Hoy, los alegres amaneceres desaparecieron: temprano, los vecinos salen a disfrutar del sol de la mañana regando las matas, mientras ven a los loros que vienen del Parque Loefling; o saludando ocasionalmente a los caminantes que van presurosos a buscar trasporte por los lados del centro comercial o los que salieron a hacer ejercicio antes de que el sol apareciera por San Félix; o sacar la basura antes de que pase “Fospuca” y que los perrunos de la calle rompan las bolsas. El tráfico es cosa del pasado; de vez en cuando el ruido de un carro rompe el silencio. A si es la vida de hoy, en el que fue uno de los sectores más animados de la urbanización
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