En tiempos en que está de moda discutir sobre eventos pretéritos de los orígenes de la ciudad, y especialmente de nuestra urbanización, me referiré al Chevrolet 1955 en que llegó a vivir aquí la familia Lezama García en enero de 1966.
Para aquel momento, el carro tenía sus añitos, pero se comportaba muy noblemente porque no dejaba botado a nadie.
Hay que destacar que su dueño, Rafael Lezama, que durante muchos años fue representante de Agap y Del Sur (siendo la persona que indiscutiblemente firmó más documentos de propiedad inmobiliaria en esta ciudad), era una persona sumamente metódica y cuidadosa que mantenía su vehículo en perfecto estado.
Prueba de la eficacia de la máquina era que la familia viajaba todos los fines de semana a Ciudad Bolívar, donde habitaban los abuelos en la avenida Cardoso, cerca de la Cruz Verde. Eran aproximadamente 130 kilómetros por la carretera vieja, tardando unas dos horas, con una parada obligatoria en Palma Sola para refrescos por el precio de un bolívar con veinticinco céntimos.
Estamos hablando en general de los 60 e inicios de los 70, cuando se podía vivir un poco y sin tantas angustias. El imbatible Chevrolet 55, que en su momento debería considerarse un vehículo de clase elitista, fue bautizado como La Llaga cuando llegaron los nuevos carros a la familia, más cómodos y menos duraderos, porque es difícil hacer comparaciones con aquellos viejos vehículos que perfectamente podían durar 20 años rodando.
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