Los Olivos en 1968, cuando, todavía no era Puerto Ordaz

lunes, 30 de diciembre de 2024

¿Chismosos o cronistas de licorería?


La renuncia del cronista oficial de la ciudad, fue motivo de conversación sobre el perfil de la persona que merece ocupar ese cargo. Un amigo, que se destaca recuperando gráficamente el pasado, me dijo que, considera innecesario recibir un nombramiento oficial, porque ya los habitantes han reconocido su labor, y,  muchas veces, es preferible ser “cronista popular” por iniciativa propia, que cronista oficial dependiendo de la voluntad de las autoridades.

Al margen de este importante debate, en estos días decembrinos, cuándo en Los Olivos se realizan las tradicionales “caimaneras” que reúnen a los futbolistas de ayer y hoy, así como a los amigos que se anotan en el compartir etílico  posterior al evento, se comentó que, en la urbanización, hay muchas personas que destacan en el arte de conversar y contar anécdotas; en este sentido, personalmente, me atrevo a decir que,  entre esos “cronistas populares”  existen unos  “ cronistas de licorería”.

En efecto, en conocidos establecimientos mercantiles dedicados a la venta de licor,  siempre podemos observar la presencia de consumidores que no se apartan del lugar, sino que pasan largas horas bebiendo y conversando. Son personas de diferentes edades: en el pasado, casi todos eran del sexo masculino,  pero ahora hay vecinas que demuestran tener un “buen saque” para la cervecita, que siempre remedia el calor del cuerpo y a veces aligera el peso de la vida.

Entre esos personajes, destacan quienes ejercitan la memoria repasando los acontecimientos de la vida vecinal: el comportamiento de los vecinos, tanto  en lo familiar,  como en lo económico, político o sexual,  es lo que principalmente ocupa el tiempo de ocio que  los circunstantes pasan en esas pequeñas “ágoras vecinales”; con frecuencia se recuerda al ingrato, que se olvidó de la familia o los amigos; el que nunca ha trabajado y vive a costilla de la mujer o los hijos;  el primer “tipo raro” de extraño comportamiento sexual;  la primera mujer liberal que salió embarazada,  sin olvidar a los destacados artistas del “transfugismo”,  que siempre se arriman al partido  que gobierna, manifestando fidelidad incondicional con quienes detentan el poder.

De eso, y mucho más  se ocupan esos cronistas de licoreria, que también elogian a los personajes virtuosos que han servido como ejemplo de lo que significa ser un buen vecino: los que con su esfuerzo levantaron familias, educaron correctamente a sus hijos, dejando una herencia moral importante para la urbanización y la ciudad, que gracias a Dios son la mayoría

 Es posible  que me digan  que estoy confundiendo el elevado oficio del cronista, con los chismes de las “lenguas de doble filo”, a que se refiere Rafael de Leon en su Profecía, que también se hace presente, cuándo algún bebedor despechado se abraza al verso  para desahogar sus sentimientos. Él problema es que ahora se ha puesto de moda colocar en la entrada de los locales,  cornetas que reproducen a elevado volumen insoportables reguetones,  que según Leonardo Padura, son la expresión del deterioro de la sociedad y, muchas veces, no dejan oír las  historias de los cronistas de licoreria; que gusten o no, son producto de eso que se llama la cotidianidad  de la gente


sábado, 28 de diciembre de 2024

Tertulia de sobremesa


En días pasados, me invitaron a compartir un almuerzo con los amigos, Francisco Arévalo, Diego Rojas, Homero Hernández y Carlos Giusti. Fue una amena reunión, ya que los contertulios (poetas, cronista y pintor ) son buenos conversadores, de esos que hoy escasean, porque dejan hablar sin interrumpir, esperando atentamente la oportunidad para intervenir; nada  que ver con algunos personajes que creen que las conversaciones son competencias para ver quién habla más, muchas veces sin tener nada interesante que decir.

No es fácil decir de qué se habló en la tertulia, porque los temas fueron muy variados: el pasado, el presente, el futuro, la vida, la muerte y sobre todo las costumbres y la gente de una ciudad que es difícil de definir. Francisco, se quejó de las improvisaciones de quienes incursionan en  el arte sin


organización ni guion;  Diego, asomó la posibilidad de fundamentar la cotidianidad en el verso; Homero, con su prodigiosa memoria, reconstruyó el pasado local, principalmente el de sus vecinos de orilla del río,  mientras Carlos imaginaba como reproducir en imágenes los numerosos acontecimientos que sirvieron de digestivo para “ bajar la comida. Creo que el cuadro qué he utilizado para ilustrar estas letras pueden dar una idea de todo lo que se trató en la amena conversación

 Así transcurrió la tertulia de sobremesa;  un buen rato, de esos que todavía quedan, como trinchera para resistir a la dictadura de un presente cruel,  que pretende imponerse erosionando las cosas buenas de la vida.


jueves, 12 de diciembre de 2024

Las brechas sociales en los orígenes de Los Olivos


Decir que en Los Olivos nunca hubo diferencias entre los vecinos es absurdo, porque en todo grupo humano siempre existen aunque no guste reconocerlo. Lo qué pasa, es que a diferencia de otros sectores de la ciudad, en sus orígenes había una variedad urbanista que propiciaba la convivencia entre personas de diferentes estratos económicos. En efecto, al recorrer la urbanización, nos podemos encontrar que las  llamadas casa-quintas se encuentran mezcladas con otras construcciones mucho más humildes.

Cuándo se inicia la construcción de las primeras viviendas de Los Olivos, empresas constructoras privadas desarrollaron conjuntos habitacionales formados por viviendas diseñadas para la clase alta o media de la sociedad y, al lado de estas,  instituciones de desarrollo social, como el Banco Obrero o el Instituto Nacional de la Vivienda (INAVI), construían casas sencillas y de bajos costos, diseñadas para el beneficio de la clase obrera regional.

 En virtud de esto, “cuando los Olivos no era puerto Ordaz”,  profesionales, comerciantes, empleados de empresas básicas, obreros e inclusive campesinos que vivían en las cercanías, compartían la misma vida vecinal sin ningún tipo de prejuicio: los padres iban a las mismas misas, las mismas fiestas de carnaval o tomaban en las mismas licorerias;  los jóvenes iban a la misma escuela, jugaban en los mismos equipos de fútbol o iban de pescar juntos al río. Todos compartían una comunidad con costumbres parecidas. De allí nacieron muchas amistades y familias que, por encima de los tropiezos naturales de la convivencia, se han mantenido a lo largo del tiempo formando una especie de “sentimiento oliveño”.

Eran buenos tiempos para vivir, cuando no se había complicado tan intensamente  la vida y no era tan caro mantener o disfrutar la existencia, porque teniendo un trabajo que garantizara un sueldo para las necesidades básicas, tiempo para compartir con la familia o los amigos, leer u oír la radio, era suficiente. Después la ciudad creció y lamentablemente llegaron los demonios que, paradójicamente, siempre acompañan al progreso


domingo, 8 de diciembre de 2024

Por amor a Puerto Ordaz


El viejo Puerto Ordaz no está muerto. El 18 de diciembre, la carrera Upata, la calle que atraviesa el corazón del viejo sector, volverá a llenarse de alegría como en la década de los años 60 o 70. Un grupo de amigos del viejo centro de la ciudad, encabezados por la familia Gouveia que mantienen el compromiso con el lugar que la vio nacer, están organizando una “parranda gaitera de calle”, como aquellas que en los buenos días del pasado reunían a los habitantes para vivir momentos de alegría.

No se puede negar que la vida del viejo centro de Puerto Ordaz no es la misma; se ha ido apagando poco a poco, pero todavía las viejas calles tienen mucho que ofrecer, porque además de los comercios y restaurantes de calidad que ofrece sus servicios, tiene un patrimonio humano y cultural que no se ha explotado suficientemente.

La vida nocturna de esta ciudad nació en lo que ahora se llama el viejo centro de Puerto Ordaz: cines, restaurante, tascas o discotecas se concentraban en esas cuadras y calles que se encuentran entre la avenida Las Américas y el Centro Cívico. Por allí se podía caminar de café en café, de bar en bar, hasta altas horas de la noche e inclusive de la madrugada.

La Carrera Upata guarda muchos recuerdos: en el cruce con la avenida Las Américas se instaló el primer semáforo de la ciudad; allí donde ahora está una entidad bancaria había un agradable café que servía de lugar de reunión a las tertulias de la tarde; más adelante, enfrente de una conocida pizzería que todavía se mantiene allí, funcionó un famoso Night club, además de un bar con el nombre de un libro famoso. Después, en el cruce con la vía Caracas, estaba en su momento de esplendor el Centro Comercial Caroni, que cambió el estilo de vida urbana en los años 60, y a su lado, terminando el recorrido por “La Upata” el histórico Centro Cívico, donde se inició la ciudad.

Hoy, todo eso y mucho más, son recuerdos que permanecen en la memoria de la gente, porque los recuerdos no son patrimonio de nadie y cada quien tiene  “su Puerto Ordaz” de acuerdo con lo que vivió. Lo que pretenden los organizadores del evento del 18 de diciembre es invitar a todo el que quiera acercarse a compartir la experiencia del amor a Puerto Ordaz

viernes, 21 de junio de 2024

Los mensajeros de la lluvia

En Los Olivos siempre llueve al mediodía. Puede que al hombre de hoy, saber eso le parezca inútil o innecesario, porque cree que la tecnología lo protege de todo, pero la gente de antaño tenía que estar pendiente de las fuerzas de la naturaleza y sus movimientos, para no sufrir las consecuencias.

La lluvia siempre preocupaba a las amas de casa de los años 60, porque en tiempos de invierno en Guayana, los "palos de agua", como les dice la gente, parecen cortinas de agua que el viento arrastra a una velocidad considerable, empapando todo a su paso.

 

En Los Olivos, cuando pasaban los aguaceros todo quedaba en silencio, y por las calles bajaban torrentes de agua hacía el Caroní, porque la urbanización está ligeramente inclinada hacia el río. No era raro, en aquellos días, ver á los muchachos, bañándose en la lluvia o jugando en esas chorreras que arrastraban toda la porquería que produce la insensatez humana

 

El problema no era saber que  siempre llovía al mediodía, sino saber exactamente en qué momento llegaba la lluvia, para recoger la ropa, guarecerse a tiempo y evitar que se metiera el agua en la casa. No existían los sofisticados equipos que hoy predicen las condiciones climáticas. Había que buscar respuestas mirando el cielo

 

Aparecieron por esos días unos personales especializados en vaticinar cuándo  empezaría a llover: lo primero que observaron fue que, salvo excepciones, la lluvia viene del Este; por lo tanto, cuando “San Félix se pone negro", es evidente que va a llover en Los Olivos. Después calcularon los minutos en que comenzaría a llover, a partir del momento en que los nubarrones se posaban sobre la UD-145.  Y, cuando habían verificado eso, inmediatamente decían a sus vecinos "viene agua en 10 minutos" Y casi siempre acertaban.

 

Después, el tiempo y el progreso se llevaron muchas cosas, y las destrezas de la gente de ayer se convirtieron en inútiles recuerdos, porque la tecnología las hizo innecesarias.  De aquellos "mañosos" de antaño queda poco o nada; pero de vez en cuando hay que recordarlos para que las generaciones de hoy sepan que existieron unos “tipos raros” dedicados a tareas inverosímiles


jueves, 9 de mayo de 2024

La calle que no duerme

La calle Sicilia no es la más  larga ni la más comercial de Los Olivos,  pero es sin duda la más entretenida: es la calle del campo de futbol, los “dominoceros” los contertulios de copas y mucho más. Es la calle que no duerme, porque hasta  en la madrugada  se pueden ver seres noctámbulos, echando una partida de dominó o truco, rodeados de atentos observadores, que no quieren perderse el desenlace del juego, sin importarles lo que puede esconder la oscuridad y el silencio de la noche.

La calle se convierte en la tribuna principal de la cancha de futbol, desde donde pueden verse los partidos en forma privilegiada, porque está más alta que el terreno de juego. Los sábados por la tarde y domingos por la mañana, muchos vecinos se acercan para ver desde allí los partidos y no faltan los que llegan con un “combo playero” con silla y cava bien provista, que les  permite quedarse allí todo el día

El valor agregado se lo  dan los numerosos comercios que están a lo largo de la calle, entre los que pueden mencionarse la tradicional licoreria El milagro, la arepera El cometa y otros

que mi memoria no me permite detallar. Es la calle más concurrida, porque no hay vecino que, aunque sea por curiosidad, no se de una pasadita por “la Sicilia” para ver quienes están y que está pasando en ese entretenido lugar

En tiempos en que la  comunicación humana está desapareciendo, convirtiendo al hombre en un observador pasivo de pantallas,la calle Sicilia conserva las costumbres tradicionales que pueden considerarse cómo manías de los vecinos: la tertulia acompañada de la cervecita, donde siempre sale a relucir la a anécdota  vecinal; los gritos de ánimo y consejos a los equipos; el intercambio de saludos con el que pasa  en su carro y conversa sin bajarse, porque a veces esto puede ser antieconómico.

Seguramente los vecinos de Los Olivos tendrán  muchas más cosas que contar de la entretenida calle Sicilia


miércoles, 28 de febrero de 2024

Calles de Los Olivos (II): historia y cotidianidad de la Carrera España

Las calles de las ciudades son mucho más que vías de comunicación; principalmente las calles tradicionales, con sus aceras y áreas verdes que se convierten en espacios públicos de compartir ciudadano. Decía el ilustre escritor ruso Nicolás Gogol, que las calles nos sirven para entender la condición humana de los habitantes de un lugar; por eso he decidido escribir sobre las calles de los Olivos, y hoy voy a dedicarme a escribir sobre la Carrera España. Esta calle, según por donde se vea, comienza en La Casa de la Cultura Leopoldo Villalobos, cerca de la Lonchería Mónica ("Mon"), y termina en el Supermercado Santo Tomé, en la avenida Atlántico; casi atraviesa todos los Olivos.  Algunos vecinos creen que es la más larga de la urbanización, otros dicen que es la calle Palermo. De lo que no puede quedar duda, es que es una de las calles que tiene más historias del pasado y más movimiento en el presente: es la calle de la vieja iglesia, del viejo Centro Comercial, del primer campo de fútbol, del "Olibonche", de la lucha por la plaza Chipía y, del centro comercial que alberga al Supermercado Santo Tomé: vamos a retroceder un momento en el tiempo.

    La calle de la vieja iglesia: la hermosa capilla de la Parroquia Nuestra señora de Coromoto es una transformación de la vieja iglesia. Hoy los espacios de la parroquia abarcan un área que va desde la Carrera España hasta la calle Madeira, teniendo como frente, a la calle Vigo y al Centro comercial. Antes no era así: la iglesia (construida a finales de los años 60) tenía su única entrada por la Carrera España, en una parcela de terreno que no iba más allá de donde ahora está el busto del sacerdote Santiago Ollaquindia, porque todavía no se había incorporado “el rancho de Dios". Era una modesta capilla pintada de azul y blanco; idéntica a la que paralelamente se construyó en Vista al Sol. Como dije anteriormente, tenía su entrada principal y única para los fieles por la carrera España: por allí llegaban las esperanzas y alegrías de los bautizos o los matrimonios y también la tristeza por los difuntos

    La calle del viejo campo de fútbol y del histórico inter-barrios: al mismo tiempo que se construía la iglesia, en frente de ella, donde ahora está el centro comercial, se construía el primer campo de futbol de la urbanización. Entre las anécdotas de la construcción se cuenta que, por travesuras juveniles, los muchachos tomaban las maderas utilizadas para la construcción de la iglesia y con ellas hacían improvisadas tribunas para los espectadores de los partidos. En ese campo de fútbol se inauguró el único campeonato inter barrios que se ha celebrado en Ciudad Guayana con la participación de los equipos de Villa Brasil, Villa Colombia, El progreso (Castillito), Centro Español de San Félix y Los Olivos, si no me falla la memoria.

    La calle del Olibonche. Otro evento que forma parte de la historia de la Carrera España (y de la urbanización) es la celebración de los carnavales a inicios de los setenta, que tenían como centro de los eventos, el famoso templete conocido como el Olibonche donde se celebraba “fastuosamente” la elección de la reina de carnaval: la tarima (que puede verse en otro artículo de este blog) estaba ubicada donde ahora se instalan las ventas de verduras, pastelitos y pescado; en diagonal a la farmacia. Aquellas noches, la gente de los Olivos y los visitantes de toda la ciudad podían disfrutar de los grupos musicales de moda como “Vallito y sus explosivos, The Others y los inevitables grupos de calipso.

    La calle del viejo centro comercial. Donde estaba  el primer campo de fútbol, se construyó el Centro Comercial de los Olivos, que en su momento de esplendor era un agradable lugar, donde funcionaba una sucursal de la Asociación Guayanesa de Ahorro y Préstamo (Agap), un laboratorio clínico, una librería, una de las mejores panaderías de la ciudad, una tienda de souvenir (El rincón de la abuela), la popular cervecería Disco Rock, y otros comercios que se me escapan de la memoria. Hoy, el centro comercial lucha para sobrevivir, con el gimnasio las licorerías y la panadería

     5ª La calle de la plaza Chipia. Tal vez uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la carrera España fue la intervención vecinal, que evitó, que en el lugar donde ahora está la Plaza Chipia, se construyeran viviendas del  Banco Obrero. Cuando los lugareños observaron al personal de la mencionada institución haciendo mediciones para el desarrollo del proyecto vecinal, se dirigieron a la Gerencia de Bienes Inmuebles de la C.V.G., logrando que se cambiara el destino que se le iba a dar al terreno, y se construyera la plaza que hoy disfrutan los oliveños y que ha sido escenario de todo tipo de eventos. Se debe destacar, que la plaza fue diseñada, construida y mantenida a través del tiempo por los vecinos, que la cuidan como uno de los mejores espacios comunes del sector. Y fueron los que escogieron como nombre el del Coronel Miguel Chipia, que luchó y falleció en la batalla de San Félix bajo las órdenes de Manuel Piar

    6ª La calle del Santo ToméDespués después de lo anterior, en la esquina con la avenida Atlántico se construyó el Centro Comercial del Santo Tomé III, disparando el impulso económico del sector. De allí en  adelante se  instalaron establecimientos comerciales de todo tipo: viveros, clínicas veterinarias, lavanderías, tascas etc. Hay que destacar que, recientemente, abrió sus puertas  el Centro gastronómico Teana de la familia Cassiani: un agradable  lugar que da valor especial a la calle.

    Desde tempranas horas de la mañana “la España” cobra vida. Quien decida caminarla en ese momento, se puede encontrar un día cualquiera, que: en la esquina de la calle Vigo, los choferes de una improvisada línea de taxis fuman mientras esperan a los pasajeros, más adelante (en frente de los chinos) unas muchachas fríen pastelitos, para atender a los hambrientos clientes que llegan a desayunar; en las escaleras del centro comercial, los contertulios de siempre, comparten un trago mañanero; en la Plaza Chipia la actividad es variada: los trotadores y caminadores le dan vueltas, los alumnos de Pilates se ejercitan bajo las órdenes de sus instructores, otros luchan con las barras paralelas y no faltan, quienes sentados en los bancos de la plaza, reflexionan sobre el sentido del amanecer, mientras que un funcionario policial, observa preocupado una motocicleta que parece tener floja la cadena. Si se continúa hasta el final de la calle y se llega al centro comercial "del Santo Tomé", se encontrará en la panadería, a un grupo de analistas económicos y políticos que comparten el primer café del día. Después, al abrir todos los comercios, la vida de la calle entrará en su dinámica rutina de cada día. 

Esto es,  más o menos, la Carrera España. Para muchos vecinos la más importante de Los Olivos.


sábado, 13 de enero de 2024

La Ética de los abogados en las letras de Fael


Es posible, que entre de los vecinos de Los Olivos que tenían “buena letra” estaba sin lugar a dudas Jesús Rafael Lezama, conocido familiarmente como “Fael” o, el señor Lezama  para las numerosas personas que lo frecuentaban. La destreza de “Fael” en lo que se refería a la caligrafía, era admirable: siendo un adolescente en Upata, rotulaba los avisos publicitarios para los cines u otros negocios de la localidad. 

Cuento entre las cosas buenas que me regaló la vida que Fael era mi suegro. Conociendo sus virtudes, cuando estuve ocupando el cargo de juez, le encargué la preparación de un aviso en forma de cuadro, para colocarlo en el Despacho del tribunal, recordando a los abogados el contenido del artículo 52 del viejo Código de Ética profesional del abogado Venezolano que dice:

“El abogado no debe apartarse, ni aun por tener comunicaciones privadas, con jueces, fiscales del Ministerio Público otros altos funcionarios, en ausencia del abogado de la parte contraria, en relación con un juicio pendiente o de un asunto que gestiones” 

El cuadro estuvo varios años en el tribunal. Cuando me fui,  lo dejé como aporte necesario para un recinto tribunalicio. Después, durante a una remodelación, fue retirado,  pero recientemente, al visitar nuevamente el lugar, observé que otra vez está allí; cosa que me alegra por lo que me recuerda y lo que significa el valor de la Ética para el ejercicio de la profesión.

Llama la atención la indiferencia de los justiciables a lo que allí se dice. Esto puede tener explicación en la afirmación del ilustre jurista español Javier Muguerza que decía irónicamente, “la Ética no es de este mundo” Este es el mundo “del ser” y la ética está en el mundo del “deber ser”; es un ideal que todavía está muy lejos de la vida real.  

En fin, allí está el cuadro de puño y letra de "Fael": ilustre vecino de Los Olivos


jueves, 4 de enero de 2024

Calles de Los Olivos (I): La Portugal

    

De ser la calle más importante en los orígenes de la urbanización, hoy está entre las menos transitadas y solitarias. A finales de los años sesenta, la calle más importante de Los Olivos era indiscutiblemente la calle Portugal, coloquialmente llamada “La Portugal”. Digo esto por varias razones: allí funcionaba el recién fundado colegio Yocoima que también servía de sede a  actividades religiosas o deportivas; estaba la Constructora Puig Hermanos C.A, -que edificó las primeras viviendas-  funcionando en el terreno donde ahora se reúne el Grupo de Scouts Kenya; estaba el recién fundado Supermercado de los señores "Mathinson" e "Ismandi"  que después fue el Santa María del señor Rogelio y ahora el Deli Market del amigo Ramiro;  inclusive,  se intentó instalar un cine al lado del supermercado.

    Después se construyó el Club de Leones y, al lado de este, un negocio que merece atención especial: la conocidísima “Arepera de Mon”  o  Lonchería Monyca. La historia de los conocidos “Mon y Carola”, forma parte de la historia de  Los Olivos.  Sin profundizar en los detalles,  se debe destacar que llegaron a vender obleas en frente del supermercado y posteriormente, gracias al producto del trabajo, instalaron  la famosa arepera, que indiscutiblemente fue uno de los negocios más prósperos de la urbanización.

    Durante mucho tiempo, los amaneceres de Mon los sábados y los domingos eran famosos, porque allí se reunían quienes buscaban el desayuno mañanero y los que querían cerrar las noches de placer, disfrutando de las mejores arepas, empanadas y pastelitos de la ciudad.  Durante mucho tiempo, Mon era referencia gastronómica en toda Ciudad Guayana y su negocio le daba ambiente especial a “la Portugal”. Después, la triste y trágica partida de Mon marcó el comienzo del declive de la calle: su familia aguantó con el negocio mientras pudo, que no era lo mismo sin el carismático personaje, hasta que llegó la pandemia que obligó a cerrar para no abrir después.

    Al lado del Supermercado está lo que queda del Kiosco de Felipe: durante muchos años, en tiempos  en que las revistas y periódicos formaban parte de la vida diaria de los vecinos, porque en ellos se enteraban  de lo que pasaba en la ciudad y en el mundo, ese lugar era de visita obligatoria. Temprano llegaban los diarios locales y al mediodía los nacionales; también vendía novelas y algunos libros  que promocionan las editoriales. Cuando todavía no había Llegado la dictadura del celular y las redes sociales, los vecinos siempre estaban pendientes ¿ya abrió Felipe? 

    Los fines de semana, entre el supermercado, Mon, los scouts  y los periódicos de Felipe, el lugar tenía mucho movimiento y alegría. Hoy, solo el Supermercado permanece abierto. Y la casa de La cultura que está en frente, de vez en cuando organiza algún evento que da cierta vida social al sector, resistiéndose a que desaparezcan, no solo los locales comerciales, sino las viejas costumbre de los vecinos.

    Así era, más o menos, la vida en “la Portugal”. Hoy, los alegres amaneceres  desaparecieron: temprano, los vecinos salen a disfrutar del sol de la mañana regando las matas, mientras ven a los loros que vienen del Parque Loefling;  o saludando ocasionalmente a los caminantes  que van presurosos a buscar trasporte por los lados del centro comercial o los que salieron a hacer ejercicio antes de que el sol apareciera por San Félix;  o sacar la basura antes de que pase “Fospuca” y que los perrunos de la calle rompan las bolsas. El tráfico es cosa del pasado; de vez en cuando el ruido de un carro rompe el silencio. A si es la vida de hoy,  en el que fue uno de los sectores más animados de la urbanización